Me gustó mi mañana, mi amanecer, el transcurrir de las horas, Tu presencia, Tu voz, Tu abrazo.
Me gustan mis mañanas porque contigo lo tengo todo: abrazo, sosiego, gozo, el corazón centelleando porque Tú estás.
Aromas desprendidos, luz que acaricia, ungüento derramado que sana, que transforma, que cierra heridas.
Susurras a mi oído que anhelas abrazarme, Dios mío, Señor mío, ¡aquí estoy!
A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es como ungüento derramado
(Cantar de los Cantares 1:3)
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